Mi vida cambió por completo cuando estudiaba primero de secundaria en la gloriosa 10 de Mixcoac y que por puro accidente alguien me dio a escuchar a Los Rolling Stones con “Little Red Rooster”. Algo se abrió en mi coco y me embarcó en un nuevo estilo de vida: el rocanrol. Lo que vino en verdad a prenderme fue aquella “(I Can’t Get No) Satisfaction” que para mi es el verdadero parteaguas entre la música fresa y el verdadero rock, ya sin el “and roll”. Siguieron explotando en mi mente Los Stones con “Get Off My Cloud”, “As Tears Go By” y “Paint It Black” y cuando pasé a la Prepa 8 (famosa por aquella porra polémica de ¡chiche, nalga, bizcocho ¡arriba la Prepa ocho!),con el movimiento del ‘68, decidí que el rock era mi vida y escribí mi primer columna en el periódico dominical “La Extra” en donde mi padre, mi maestro y mi mejor amigo, Don Xavier Castelazo, era el editor de la plana de espectáculos. (foto: Don Xavier Castelazo y Adonay, 2002)
Otra de mis grandes inspiraciones para escribir acerca del rock lo fue sin duda el mejor guitarrista de todos los tiempos, Jimi Hendrix, un maestro que me hizo conocer la psicodelia total con “Purple Haze”, “Hey Joe” y “All Along Watchtower”.
Toda esa música y el ‘68 me meterían de lleno al ambiente Artístico mexicano cuando mi padre, al ver que no había escuela, me consiguió trabajo en una empresa de espectáculos llamada “Los Profesionales”, muy similar a lo que es OCESA hoy en día, es decir, una compañía que monopolizó la vida artística nacional en los finales de la década de los 60s. Trabajando con “Los Profesionales” tuve la maravillosa oportunidad de
escuchar a Los Animals en el Teatro Metropolitan tocando en vivo cosas como “We Gotta Get Out Of This Place”, “See See Rider”, “When I Was Young”, “San Francisco Nights” y por supuesto la que estaba entonces de moda, “Sky Pilot” cantada por Eric Burdon fumándose un churrotote de mota en pleno escenario.
Otra de mis grandes experiencias rocanroleras tempraneras la viví en julio del ‘69 presenciando en vivo a The Doors en el Forum de Los Hermanos Castro sin tener que pagar el carísimo cover que cobraron y sin verme obligado a alquilar un smokin para poder entrar y escuchar entre otras “Five To One”, “Break On Through” y “Light My Fire”. Fueron también los días en que iba a Acapulco para meterme como podía al “Tiberios”, y escuchar por ejemplo al Klan, la primera banda mexicana de rock, es decir con sección de metales.
Por aquel ‘69 fue que me volví fan de un rocanrolero mexicano llamado Javier Bátiz. Precisamente a dos cuadras de aquel Fórum de Los Hermanos Castro donde tocaron Los Doors, se encontraba también en pleno Insurgentes Sur el famoso Terraza Cassino, propiedad del zar de los cabarets en México, el señor Vals. Allí Vals, le había construido a ese blusista de Tijuana su propia cueva. Bátiz trajo al Distrito Federal el verdadero sonido de la música negra, del rhythm and blues de gente como Ray Charles, Otis Redding y todos los demás y se había convertido en el pilar y padre del naciente rock mexicano. Desde que yo estaba en tercero de secundaria había querido escucharlo en un café cantante de Coyoacán llamado el “Harlem” sólo que me pidieron la cartilla y no me dejaron entrar. Pero en el Terraza Cassino me volví “golfo” de su música, de su habilidosa manera de tocar la guitarra y de su extraordinaria manera de cantar, de su feeling y de todos los musicotes con los que tocaba: Micky Salas y Cartucho en la batacas, La Tía y el Efren “Oso” Olvera en las guitarras, “El Borrado” en los teclados, losmejores saxos, trompetas y trombones, los mejores percusionista (¡inolvidables palomazos de Tito Bauche en las tumbas!) y la voz única de su hermanita la Baby Bátiz cantando al estilo de gente grandotota como Aretha Franklin e igualando la potencia y el sentimiento de una señorona llamada Janis Joplin en rolas como “Pice Of My Heart”. Allí en el Terraza conocí a todo mundo, me reventé con todos, experimenté con todo y mi vida se volvió solamente rock. Los ecos del movimiento hippie, los Hare Kishnas, las greñas, las drogas, María Sabina en Huautla con los derrumbes, los pajaritos, los San Isidro, el peyote, la semilla del amor, los barrilitos, los sunshine, los de gota, la Sangre de Cristo con pasidrim, la motita, “Vibraciones” a todo volumen en todo los coches, la
ropa de “Latinos”, las botas de “Bobadilla”, la zona rosa y sus primeros happenings, el “Sergio’s Le Club” de Alfredo Díaz Ordáz (q.e.p.d.), los súper reventones a open house de Silvestre Lewis, la bohemia en “La Casa de Iván” con Luis de Alba para escuchar a Alvaro Carrillo (q.e.p.d.), Marco Antonio Muñiz, Pepe Jara y quién le cayera, la muerte total de los cafés cantantes, el rock en Los Globos con Bandido y Peace and Love, más rock en el Champaña a Go-Go con Bufalo, Las Piedras, Shirgo, groupies, ¡muchas groupies!...
Totalmente convencido de que en México se vivía una horrible confusión creyendo que cuando se hablaba de rock se trataba de artistas tan fresas como Enrique Guzmán, César Costa, Alberto Vázquez, Julissa y Angélica María, decidí dedicarme de lleno al periodismo que mi padre me había heredado en mi sangre, en mis enseñanzas desde los 12 años de edad, cuando aprendí a redactar pies de fotos, a machotear planas, a amarrar bultos de revistas, a revisar cristales en los talleres.
Entre 1969 y el 1970 me fui a trabajar con el periodista Gilberto “El Gordo” Barrera. Comencé como IBM, trayéndole las tortas, los refrescos y los cigarros, esperé lo suficiente como para que un día la titular de la columna de información musical fallara y Barrera, lleno de trabajo, me diera chance de escribirla y así a partir de entonces hacerme dueño de ese espacio de aquella revista llamada “Bellezas”, una publicación que se vendía bien porque sacaba puros reportajes gráficos en bikini de las vedettes más populares de esos años, tipo Lyn May, Thelma Tixou y un bonchesote más.
La columna que escribía semanalmente tenía que inclinarse a destacar novedades de discos de gente como Leo Dan, Cesar Costa, Enrique Guzmán, Angélica María, Celia Cruz, la Sonora Santanera y todas esas cosas, sin embargo bajita la mano metía yo a gente como los Stones, Jethro Tull, Beatles, etc. El dueño de esa revista “Bellezas”, el señor José María Flores (ahora uno de los grandes editores mexicanos con “Mina Editores”), tenía un hermano llamado Arnulfo que publicaba dos cancioneros: “La Canción Mexicana” y “Figuras de la Canción”. Gilberto Barrera le escribía columnas de relleno, pero cuando no tenía tiempo me las encargaba, así que en una de esas pedí mi chance yescribí mi propia columna titulada “Onda Juvenil” para “Figuras de la Canción”. Escribí de Morrison, de Janis y de Hendrix y a los pocos días el señor Arnulfo me vino a buscar para preguntarme qué había escrito porque habían llegado un gran número de cartasfelicitándome y pidiendo que publicáramos más de ese tipo de artistas. A partir de ese momento me convertí en el Jefe de Redacción y para cuando vino el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro en 1971 yo era el Director General. Edité un especial de ese histórico reventón del 11 de septiembre del ‘71 llamado “La Noche de Avándaro” con un tiraje extraordinario de 100 mil ejemplares.
Después de “Figuras de la Canción” inventé en el ’72 la publicación “Rock Poster” que era un pliego de couché grandotote de 57 X 87 centímetros en el que por una de sus caras imprimimos en la edición # 1 una foto a todo color de Carlos Santana y su banda en vivo en el Festival de Woodstock y por el otro lado información general de lo que estaba pasando en el rock mundial. El pliego se doblaba en 4 y aparecía en todos los puestos de periódicos. El primer tiraje fue de 10 mil ejemplares y el distribuidor al ver que se había agotado el primer día de su salida pidió que se hicieran por lo menos 100 mil más...
Con el éxito total de “Rock Poster” vino la invasión del poster en los puestos de periódicos con otros inventos míos como “Balada Poster”, “Fémina Poster”, “Poster Deportivo” y “Poster Ranchero”. Después de esa saturación llegó en el ‘74 mi momento de intentar hacer una revista auténticamente rocanrolera y comencé por buscar un título que comulgara con el público de ese entonces. Se me ocurrió “Conecte” porque casi todos los que nos decíamos rocanroleros andábamos en eso, en el conecte diario de la mota, de alcohol, de chochos, de viejas, en el conecte del desmadre. Le dí a mi dibujante la portada de un disco de Humble Pie y le pedí que se refriteara el estilo de las letras y así lo hizo. Apareció en el ‘75 el primer número de “Conecte” y poco a poco fuí armando mi equipo de redacción y colaboradores. Al principio estaba solo, después le enseñé a escribir al “Chino” Juan Carlos Alatorre, después encontré a José Luis Pluma, “La Bruja”, afuera del Champaña A Go-Go pidiéndole una lana prestada a Ricardo Ochoa del Peace and Love y le dije que se fuera a trabajar conmigo. Conforme fue avanzando el “Conecte” le di chance a todos los que se acercaban a querer colaborar, sin censura y sin lana, sólo con una condición, que todo lo que se escribiera fuera de rock. En “Conecte” escribieron todos: Carlos Baca, Walter Schmidt, Víctor Roura, los dos Malacara, Armando Blanco(Hip 70), Oscar Sarquiz y hasta volví rocanrolero a un periodista que andaba en la freséstotal, Vladimir Hernández (director años después de “La Banda Rockera”). Los corresponsales de Estados Unidos más populares de esa década de los 70s estuvieron también conmigo en “Conecte”, Alberto Macías (q.e.p.d.), Pedro Vallejo (mi querido compadre), el Ing. Javier Navarro y un músico llamado Jorge Reyes (ahora famosísimo por sus sonidos étnicos y folclóricos) que después de fracasar haciendo pasteles en México se fue de mochila al hombro a conocer Europa y desde allá me mandaba sus colaboraciones. Ese fue el “Conecte” que inventé, fundé y dirigí en su mejor época -todos los 70s y principios de los 80s- y que fue una de las pocasllamas que no se apagaron cuando el rock en México fue marginado por el gobierno. “Conecte” indiscutiblemente marcó una huella imborrable en la historia del rock enMéxico, sobre todo por haber aparecido cuando el rock en México resultaba casi prohibido. Como director de “Conecte” también realicé un programa de radio en el 710 de AM llamado “Rock Nacional”, producido por un maestro totalmente musical y talentosísimo llamado Jorge Álvarez, mismo que poquito antes, cuando trabajó como gerente del elenco internacional de Capitol me puso a volar cuando en su despacho escuchamos por primera vez en México a Queen con “Killer Queen”.
Mi salida de “Conecte” fue por mi búsqueda constante de la independencia, de ser mi propio patrón, de hacer mi propia editorial, mi propio negocio. Mi rocanrol periodístico entonces continuó en los 80s de manera independiente creando muchas publicaciones: “Video Rolas”, “Súper Rock”, “Rockola”, “Extra Rock”, “Súper Show”, etc. Escribí mis columnas durante varios años en los periódicos “La Prensa” y “El Ovaciones”. Edité muchos libros con historia de rock: “Las Grandes Tragedias del Rock”, “El Cuarteto de Liverpool”, “Kiss”, “The Doors” “Led Zeppelin, El Eslabón”, “Los Pirados del Rock”, entre otros. Combiné mi carrera periodística con
la de promotor de espectáculos de rock al lado de mi hermano Sergio vía el Círculo Nacional de Periodistas. En la segunda mitad de los 70s instituimos el primer premio de rock para
rocanroleros, “La Medalla Phonos” con la que organizábamos año con año la llamada “Noche de Gala del Rock Mexicano”. Pisamos los escenarios más importantes con este evento, tales como Teatro Insurgentes, Auditorio Nacional, Teatro Ferrocarrilero, Arena México y fuimos los primeros en presentar rock en el Palacio de los Deportes.
También inventamos “El Concurso Nacional de los Nuevos Valores del Rock”, de donde salieron figuras como Rockdrigo González (q.e.p.d.) y Sacbé, entre muchos otros. En una de las finales de este evento trajimos al padredel blues, John Lee Hooker a tocar a La Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca logrando un lleno impresionante de más de 15 mil personas. Aquella noche fue negra para nosotros como organizadores porque fuimos víctimas de robo de taquilla por parte del administrador del lugar, un capitán del ejército mexicano que era enemigo del rock. Nos sembraron mucha droga, destrozos del lugar y un muerto encontrado a las afueras de la Sala y del que querían hacernos responsables... Esa era la anarquía que reinaba en México cuando el PRI gobernó a México.
A partir de 1984 nació la editorial “Castelazo y Asociados” publicando la revista “Toca Rock”, en respuesta a la demanda que había del público de rock por tener un método para aprender a tocar guitarra aunténticamente rocanrolera, con rolas de verdadero rock. El sistema de “Toca Rock” tuvo una gran respuesta entre el público rocanrolero ya que además de las clases, ofreció traducción de las rolas y mucha información. “Toca Rock” es actualmente el foro desde el quesigo ejerciendo mi carrera periodística, una carrera hecha en la vida, en el trabajo, en el oficio verdadero de ser periodistas, desde saber amarrar un bulto de revistas, escribir a máquina mecánica, conocer las verdaderas artes gráficas, meterse a los talleres, convivir con los prensistas, con los formadores, saber que era la tipografía, armar cabezas con letraset, ver y saber imprimir en offset, aprender a redactar, corregir estilo, todo lo que en 35 años de carrera un hombre puede aprender cuando se entrega de lleno a una vocación. Bandas de rock he visto llegar, bandas de rock he visto que se van, periodistas de rock que se han hecho famosos, periodistas de rock que han desaparecido. Hoy, en sociedad con mi hermano Luis Castelazo y con mi esposa Anita Kleimann, apoyado ya por mi hijo Arturo egresado hace 3 años del Tec de Monterrey como LLC y por Mauricio que cursa el 7° semestre de la misma licenciatura en el mismo Tec, sigo gracias a Dios vigente y cumpliendo 19 años con nuestra revista. La vida es una rueda de la fortuna, unas veces estás arriba y otras abajo, lo importante es nunca bajarte de ella y sobre todo vivirla a ritmo de rock, porque es una receta que te mantiene joven, con el cerebro siempre activo, con el sentimiento siempre vivo y aprendiendo a que todo lo que necesitamos es ¡Amor!
Y para dejar abierto mi testimonio, apunto que otra de mis grandes satisfaccionescomo periodista es haberme convertido en una especie de biógrafo oficial de mi querido compadrede la vida, el señor Alejandro Lora, al haber editado el libro “Lora Vida y Rocanrol... En sus Propia Palabras, con Arturo Castelazo”. El libro en cuestión lleva 5 ediciones aparecidas en el mercado, todas ellas agotadas. Planeo, si Dios lo permite, sacar a la venta en octubre de este 2003 un edición corregida y aumentada de este libroconmemorando el 35 aniversario de la carrera de Alex.....por lo anterior y por convicción les digo que ¡ Viva el Rock ´n´ Roll Mexicano!
Aloha pues mi nombre es raul de 17 años(el chiko zeppelin) y la verdad me gusto su trabajo que hizo Castelazo, bueno es que tengo un tomo de "El Eslabón" de Led Zeppelin y en verdad me encanta este libro ya que descubri más secretos del dirigible de plomo y estoy agradecido por su trabajo que realizo con este tomo de Led Zeppelin. Saludos
ResponderEliminarY el Rock´n´Roll mexicano sigue fluyendo aún, a pesar de toda una historia conformada con diversas perspectivas.
ResponderEliminaren paz descanse este gran amigo tuve la oportunidad de convivir con los 3 padre, madre e hijo muy atentos todos y siempre con una sonrisa
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