“El rock también es historia”
El rock mexicano ofrece una rica fuente para comprender la historia de México pos revolucionario: los anhelos de las clases medias y acomodadas para sentirse cosmopolita y una parte integral del mundo moderno; la voz de los sin voz, de los sectores más marginales que han sido siempre el derivado olvidado de ese mismo proceso modernizador. El rock, en otras palabras, es mucho más que meros sonidos: es también gestos, actitudes, ideas — e historia.
En México, como en todas las sociedades donde ha existido ciudades grandes y centros urbanos importantes, el rock servio como cuña y espejo de los cambios de las relaciones entre géneros, las jerarquías sociales y los significados mismos de la identidad en una época donde el nacionalismo oficial era sofocante. En momentos de represión política, el rock también ha sido un vehículo para la expresión de ideas e identidades distintas a lo oficial. En México, para los que asistieron a Avándaro el rock representaba una oportunidad de gritar: ‘Seguimos existiendo, a pesar de los intentos de acabar con nosotros, con nuestras ideas, con la esperanza de una sociedad más democrática.’ Como historiador, los discursos sobre el rock tanto de critica como en defensa de, revelan mucho sobre la historia contemporánea de México.
En las historias narradas en las letras del rock, en las entrevistas con la gente que vivieron la época, en los documentos fotográficos que muestran las modas del movimiento y los nuevos gestos de identidad, y finalmente en las reacciones tanto de la derecha como de la izquierda conservadora, en todo esto encontramos un archivo histórico importante. Ese archivo revela no solo otra perspectiva sobre la historia de los sesentas pero también, rescata una parte integral de la propia identidad de la nación mexicana que muchos desconocen. Por ejemplo, el rock tenia mucho que ver con el contexto contracultural que formaba una parte importante del movimiento estudiantil del ’68.
Rescatar ese archivo — por lo cual esta enciclopedia representa un paso muy importante — es la única manera de transformar esa amnesia cultural en la historia. Además, es un proyecto el cual su impacto no solamente afecta a México sino a los Estados Unidos también. Porque las dos historias contraculturales, la de los Estados Unidos y la de México, son mutuamente endeudadas: los hippis y los jipitecas; Woodstock y Avándaro; Carlos Santana. Todos esos ejemplos (y tantos más) reflejan procesos de transculturalización — fusiones de culturas e ideas que desafiaban las barreras de las fronteras y la rigidez de nacionalismos oficiales.
No se podría imaginar una historia completa de las contraculturas de estos dos países sin entender el papel que jugaba México para el imaginario contracultural estadounidense, pero a la vez esta historia seria incompleta sin entender el papel que jugaba los Estados Unidos para el imaginario de la onda mexicana. El rock sí es cultura: en sus ritos, estilos, sonidos, textos, gestos y tanto más, descubriendo maneras de ser que a la vez pueden ser familiares o extramente “exóticos.”
Aun más, no olvidemos que también es historia: es una fuente importante para acercarse a los pensamientos, anhelos, y voces de gentes y movimientos olvidados, o simplemente desconocidos dentro de la historia mexicana.
Eric Zolov
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